Qatar, Omán, Arabia Saudita, Irak, Egipto y Líbano expresaron su «profunda» preocupación por una escalada que —aseguran— desestabiliza la región y vulnera el derecho internacional. Todos coinciden en la urgencia de un diálogo inmediato y el cese de las hostilidades.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Qatar emitió un comunicado lamentando el deterioro de la situación y llamando a detener las operaciones militares y retornar urgentemente a la vía diplomática. Doha advirtió sobre las «consecuencias catastróficas» de la tensión actual a nivel regional e internacional, instando a la prudencia y moderación.

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Por su parte, el Sultanato de Omán condenó los ataques aéreos directos de EE.UU. contra posiciones iraníes, calificándolos de «ilegales». La Cancillería omaní demandó una desescalada inmediata y completa, alertando que estas acciones de Washington buscan expandir el conflicto y violan tanto el derecho internacional como la Carta de las Naciones Unidas.

Omán reafirmó el derecho legítimo de Irán a desarrollar su programa nuclear con fines pacíficos, bajo la supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica, y recordó los protocolos contra ataques a instalaciones nucleares por el riesgo de contaminación radiactiva.

Arabia Saudí manifestó su inquietud y reiteró su condena a la violación de la soberanía iraní. Riad exhortó a la comunidad internacional a redoblar esfuerzos para detener la escalada, abogar por una solución política negociada y garantizar la estabilidad regional.

Desde Irak se rechazó el uso de la fuerza y se afirmó la necesidad de priorizar el diálogo político sobre las soluciones militares, advirtiendo que las agresiones pueden generar una expansión del conflicto con repercusiones globales.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Egipto condenó la aceleración del conflicto, alertando sobre sus graves efectos en la seguridad colectiva de la región. El Cairo reiteró su rechazo a cualquier violación del derecho internacional y demandó respeto a la soberanía de los Estados.

El presidente de Líbano, Joseph Aoun, recalcó el aumento del riesgo de expansión del conflicto regional. Aoun solicitó emprender negociaciones serias y constructivas para frenar el derramamiento de sangre y restaurar la estabilidad, recordando que su país ya ha pagado un alto precio por guerras regionales.

Estos pronunciamientos se dan después de que, al amanecer del domingo 22 de junio, bombarderos estadounidenses atacaran tres instalaciones nucleares iraníes en Natanz, Fordow e Isfahán, colocando la región al borde de repercusiones nucleares peligrosas.

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